Endeavour, Mayo 2011
Muchos sueñan con viajar al espacio. Ejemplos de niños que quieren ser astronautas abundan en el anecdotario de las “ilusiones perdidas que jamás se pierden”. Pero desde aquellos que lo ven como algo inalcanzable hasta quienes afirman angustiados que temen volar en avión, pocos recuerdan que, en realidad, estamos constantemente viajando por el cosmos en esta bella y amplia cápsula constituida mayormente de agua pero que llamamos “Tierra”.
Avistar tierra era casi el salvoconducto de tripulantes y expedicionarios de los mares que antaño desafiaban cartas océanicas de dudosa fiabilidad, en medio de disputas acerca de si este planeta era cuadrado, rectangular, plano o redondo. “Now, I found, that the world is round and of course it rains everyday” (“Ahora he encontrado que el mundo es redondo y por supuesto llueve cada día”), cantaban los Bee Gees en 1967, cuando su carrera daba un salto hacia la internacionalidad.
Y yo que en 1987 di mi última conferencia en un aeropuerto (el de Barcelona) para pilotos y personal de Iberia, hablándoles sobre el ruido en la actividad laboral, el estrés de viajar en avión y la posibilidad de que se habilitaran canales con música para relajación que ayudara a calmar los nervios de quienes tienen pánico a volar y deben realizar trayectos largos o transoceánicos, jamás pensé que casi 25 años más tarde, una pieza mía compuesta en 1992 (Fly High / Vuelta Alto) y editada en mi álbum “Aquí” (1996) sería una de las escogidas para los vuelos finales de la “Era Shuttle” o de los transbordadores y lanzaderas, que culminaron su ciclo de históricos (y no pocos) accidentados viajes en este mes de junio del año 2011.
Junto a canciones de clásicos e históricos de distintos estilos musicales (Louis Amstrong, John Lennon, U2, Madonna, Rolling Stones, etc.) ahí se coló mi pieza; probablemente la única sin letra pero que, a través de una secuencia espiral de mi teclado y una línea marcada de ritmo que terminaba con un solo de guitarra breve pero concreto, invitaba e invita al vuelo más allá de los confines de la Tierra.
La NASA me envió un diploma felicitándome, en el que decía el director del proyecto, John Shannon, que un servidor era ya parte de la historia de la carrera espacial desde tiempos de la Apolo hasta nuestros días. Otros colegas y allegados me felicitaron con aquello de “tu música ha ido al espacio”, y me hicieron artículos e invitado a nuevas charlas, aunque yo pensaba: “en realidad, si nuestro planeta viaja por el espacio a miles de kilómetros por segundo y habito aquí, de hecho mi música y la de todos mis colegas hace rato que suena y resuena por el espacio”.
Y es que olvidamos que cuando hablamos del espacio, es allí y ‘aquí’ (como el título de mi cd) donde estamos, y cuando citamos el cielo no es otra cosa que lo transitado a diario bajo esa capa de nubes o atmósfera que nos protege y, a veces, confunde haciéndonos sentir o creer que nos hallamos apartados de lo otro, del cielo, del cosmos y del universo.
Espero que mis sonidos y melodías hayan sido del agrado de quienes han podido moverse un poco más lejos que nosotros y desde ya afirmo con rotundidad que todos, absolutamente todos, “iremos al cielo”.
Adjunto link de mi pieza Fly High con imágenes del Shuttle: