The Millbrook Tapes
En 1978 y tras haber estado una temporada en Nueva York y en Sitges (Barcelona), Guillermo Cazenave se instaló en Londres, ciudad en la que vivió 4 años y en la que compró sus primeros equipos para tener un estudio de grabación casero.
Tanto en Canterbury Crescent como en Millbrook Rd., Guillermo grabó algunos demos de lo que más tarde serían sus álbumes Vikings, Arkanos, Land of Bosques, Magic Songs, Mandalas y la Sherwood Suite así como también fragmentos de ‘Burtonport’ posteriormente incluidos en la suite ‘Galaxia y Tiempo’, acompañándose de sus guitarras, de un viejo piano y de un teclado monofónico; todo ello en dos magnetófonos (Teac y Revox) y en un grabador de cassette.
En aquella casa de Millbrook Road sucedieron varios fenómenos paranormales; ventanas que se abrían solas, luces que se encendían y apagaban y el perro (Ben) que ladraba siempre hacia un rincón en el que no había nada. Más tarde se supo que allí había fallecido una anciana en un incendio sucedido en tiempos de la II Guerra Mundial.
Durante años los “Millbrook Tapes” se traspapelaron junto a otras cintas que Guillermo Cazenave había grabado en Buenos Aires y en Nueva York en la década de 1970 y también posteriormente a su etapa londinense y nuevamente en Sitges, a partir de 1983. En un estilo folk, pastoral y neo-celta, Guillermo grababa su música entre sus 22 y 25 años de edad.
Emma Estévez (periodista)
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Guill en Millbrook
Un día del verano de 1979 o de 1980 apareció un chico alto con baby face y una guitarra colgada a sus hombros. Era Guill y yo la casera de Millbrook.
Venía acompañado de una mujer mayor que él y que era su compañera sentimental, una astróloga española llamada Sara.
Yo no sabía que Guill era argentino o un músico que componía.
Hablaba inglés como alguien de Cambridge.
Tomamos el té. La pareja buscaba una casa frente a este parque y les ofrecí los bajos de la vivienda y el sótano, con la condición de que cuidaran esto.
A la mañana siguiente Guill apareció con un auto viejo que parecía a punto de desarmarse y del que salía mucho humo del tubo de escape. Observé que ni siquiera había pasado la inspección técnica. De pronto empezó a descargar guitarras y unos equipos de música que parecían grabadores.
Esa fue su mudanza.
El día después por la mañana empecé a oír en la lejanía una música mágica. Era Guill tocando una de sus guitarras. Esa música sonaba diferente…, ingenua, bella; me recordaba a algo tal vez renacentista, como de la campiña británica. No estaba yo segura.
Cada día Guill tocaba su música y la casa se veía envuelta por una magia sonora. Por la tarde él y mis vecinos cruzaban al parque para jugar al fútbol y al rugby.
Un día Guill me dijo que no sabía qué era lo que iba él a hacer con su música y que no tenía dinero. El council nos ofreció comprar la casa por cinco mil libras.
Les ofrecí comprarla a medias pero Guill me dijo que la casa estaba poseída por un espíritu y que le gustaba el lugar pero no la situación.
Mi familia me ayudó a comprar esta casa que ahora vale muchísimo más.
Antes del final de aquel año Guill y Sara se fueron pero dejaron unas bolsas en el sótano.
Esa zona de la casa quedó cerrada muchos años y se usó como trastero. Hace poco se me ocurrió mirar en las bolsas y encontré unas cintas y cartas que le enviaban a Guill. Lo busqué por su apellido y lo localicé. Nos reencontramos de manera emocionante después de tantos años y él regresó a esta calle que fue testigo de algunas de sus grabaciones mágicas.
Guill se volvió un músico internacional y yo soy escritora.
Ahora amo la música de aquel lindo chico tan tímido que parecía más inglés que todos nosotros y estoy complacida de haber sido testigo de aquella etapa de su evolución musical.
Dee Little, Millbrook Rd., Dec. 2022