En una pequeña isla del norte del Irlanda, llamada Inishfree, estuve una temporada del año 1978 descansando tras un período de mi vida muy intenso viajando por toda Europa hasta Bulgaria y luego enlazando un invierno en Sitges y seguidamente mi primer año en Londres.
Necesitaba aislarme y aunque Inglaterra es ya de por sí una isla, Inishfree me dio, a veces, la paz necesaria para recuperarme de una fractura en el pie derecho, “para parar” de tantos viajes de toda clase y volver a reconectar mi mente con la de mis congéneres, asumiendo a partir de entonces (y a regañadientes) mi destino terrícola.
Mi música no hablaba precisamente de eso. Mi actitud social tampoco.
La isla tenía aquella cabaña tan frágil y bella, en la que me recluí cual cuarentena pandémica, y que a su vez era un trasiego constante de chicas que formaban parte de la comunidad Atlantis, comandada por la escritora Jenny James, de cuya hija estaba yo enamorado.
Era una comunidad peculiar apodada por la prensa británica como The Screamers (los chillones o los gritones), ya que practicaban la Primal Therapy del psiquiatra Arthur Janov, gritando hasta niveles que jamás había yo oído en mi vida.
Y a la isla llegaban exhaustas las mujeres que habían pasado algunos días gritando y llorando sin parar en la sede principal de Atlantis, que estaba en tierra, en la localidad de Burtonport.
Recuerdo que un día fui a Belfast con tan mala suerte que estalló una bomba del IRA a pocos metros de donde estaba caminando lentamente con mi bastón. Aquella vibración descomunal me dejó sin habla. Abría la boca pero no podía hablar. Todos estábamos igual. Sólo veía ojos y miradas, aturdido bajo un eco de silencio espectral, mientras aparecían soldados británicos con sus metralletas apuntaban asustados hacia cualquier lugar y uno de ellos me gritaba aterrorizado con violencia “move Hare Krishna!” (“¡muévete Hare Krishna!”). Yo acababa de afeitarme la cabeza en una peluquería pero con mi pie fracturado me resultaba imposible huir de aquel espanto.
Al regresar a la isla, Jenny me acusó delante de toda la comunidad por haberme rapado: “quieres ser asexual porque somos muchas mujeres pero no podrás dejar de ser atractivo”. Y se me abalanzó abrazándome y acariciándome. Yo quería estar con su hija, a quien no veía allí. Tampoco sabía a mis 22 años que fuese yo tan atractivo.
Le dije que me dolía el pie. Me respondió “oh Guill, no te creo! Si quieres quedarte por aquí mejor sigue en la isla”.
Y yo ya tenía allí algunos instrumentos y mi grabador portátil, así que volví a Inishfree en un bote que casi se hunde durante el trayecto y en el que fuimos Peter (el remero), Jenny abrazada a mí durante todo el trayecto y diciendo que estaba muerta de miedo, y yo con mi pierna estirada, el bastón a un lado y cantando canciones irlandesas de mi colegio de Buenos Aires (fui a un colegio irlandés).
Jenny me decía “te las sabes todas. Eres increíble. Pero quiero que esta noche cantemos Mother, de John Lennon, porque al final, sus gritos son nuestra Primal Therapy” (Terapia Primaria, que intenta simular los llantos de los bebés al nacer).
Y era cierto: Lennon, gritaba al final de la canción a sus padres, clamando por ellos, suplicándoles que no lo dejaran (ambos lo habían abandonado): “mama don’t go! daddy come home (¡mami, no te vayas! ¡papi, vuelve a casa!)”.
Jenny puso aquella noche Mother una y otra vez en el tocadiscos de la cabaña. Los gritos de Lennon eran desgarradores y de pronto Jenny comenzó a gritar: “¡papá vuelve a casa please, pleaseeeeee vuelve, vuelve papáaaaaaa!”. Sus gritos eran impresionantes.
Y en medio de su llanto me preguntó: “Guill, ¿alguno de tus padres te abandonó? ¿tus padres se separaron?”.
Y le dije “sí, mis padres se separaron cuando era yo pequeño”.
Entonces, cuando le comenté que mi padre se había ido de mi casa pero que él tenía una buena relación de amistad con mi madre y que siempre venía y se quedaba a tomar un té o de visita y que cada fin de semana nos veíamos y nos llevábamos muy bien, ella reaccionó mal y me gritó con furia “¡no, no, eso no es cierto! ¡mientes Guill! ¡tienes que decir la verdad y gritar conmigo ‘¡papi vuelve a casa!, ¡papi vuelve a casa!”.
Pero le respondí que no iba a gritar algo que no sentía. Que yo amaba a mi padre y que era yo quien se había ido.
Al día siguiente comencé a relacionarme con una de las chicas que estaba en la cabaña pero mi novia no apareció jamás. Me quedé grabando mi música y luego regresé a Londres, donde formé otra pareja.
Jenny, con algunas de las chicas y con dos chicos irlandeses, construyeron un barco de madera como las naves de Colón. Tardaron 3 años en hacerlo.
Cruzaron el Atlántico de manera milagrosa y se instalaron en Colombia, en la selva, donde su hija tuvo un hijo que un día de paseo por la selva murió por un disparo de la guerrilla.
Jenny también tuvo otra hija que es ahora una cantante famosa.
Y yo seguí mi vida sin ser parte nunca de aquel grupo tan especial de mujeres, gracias a las cuales me hice vegetariano (fue en lo único que me influenciaron).
En estos demos que un año más tarde remezclé en los célebres estudios Trident de Londres, donde los Beatles grabaron Hey Jude, y con uno de sus ingenieros de sonido que me dijo que no podrían hacer mucho por mejorar la calidad de lo que les estaba llevando, solté lo que había en mí después de tantos viajes y “viajes”.
Así que Inishfree es para mí una de mis peores grabaciones y una de mis mejores grabaciones. C’est la vie!
Link para escuchar Inishfree: https://www.youtube.com/watch?v=8XLjPwRCbSw&ab_channel=GuillermoCazenaveOficial