Cuando descubrí las tierras cátaras y los enigmas y leyendas de aquellos lugares, sumados al misterio de Rennes-le-Château, viví momentos inolvidables y sin jamás pensar que me instalaría a residir allí, a sólo 10 kilómetros del castillo de Montségur y de sitios tan emblemáticos para quienes seguimos estos temas.
La búsqueda de tesoros era entonces una constante y el grial no escapaba a todas las tramas habidas y por haber.
Al cabo de unos años, y sin per-catar-me de ello, empecé a darme cuenta que había averiguado cosas que no todos sabían, que había estado en lugares de muy difícil acceso y que tenía que comenzar a cultivar el arte de la discreción y del disimulo.
Al dejar de vivir allí y de entrar en lo que es más, digamos, Francia, me sucedió de todo, tanto a mí como a mis 3 hijos Cazenave. Cosas muy duras.
Pero esto será motivo de un libro que estoy actualmente escribiendo en medio de la remasterización y subida a la red de todo mi catálogo musical, que incluye más de 100 discos, aunque sé (y lo aclaro) que cantidad no tiene siempre porqué ser calidad.
En cualquier caso, estoy convencido de que en cada ser viviente anida un grial, un Centro de Gravedad Permanente (como la canción de Battiato) capaz de conectarnos con una conciencia anterior a la memoria humana y a la creación de este universo.
Y es hacia ese lugar interior y supra-humano al que deberíamos dirigirnos para establecer la Conexión al Infinito unitotal.
Para ello, una de las claves es la respiración…, el prana. Pero no voy a hablar ahora ni de yoga ni de meditación. Cada ser tiene su propia búsqueda, su propio destino…
Acabé de componer El Grial en 1989, un año después de mi primer concierto en Rennes, en La Arcadia, templo particular de la escritora e investigadora Elizabeth Van Buren.
Va ahora aquí el link para escucharlo.https://www.youtube.com/watch?v=dRuAc6IoK2k
